Si te gusta el vino es un imprescindible, y las patatas que ponen de tapa están de muerte.
Me gusta que esta zona esté separada, además el local es grande y está buen distribuido, aunque le falta algo de variedad para ser un gran almacén.
Recomendada la reacción de lengua, si no tienes mucho perjuicio por lo que estas comiendo.
Si estás por la zona este museo es una visita obligada. Y no perderse el recorrido en bus para animales en semi libertad.
La comida está muy buena y se agradece un japonés en Valladolid, pero se nota que no tienen competencia en los precios, demasiado elevados en comparación con lo que encuentras en otras ciudades.
Típico bar donde los haya, el penicilino con la zapatilla es todo un clásico de Valladolid.
La pega de todas las tienda sin las dependientas, siempre agobiando y vendiéndote bases más oscuras que tu color de piel.
Siempre me ha encantado este pasaje, aunque con tantos locales cerrados ahora es un poco deprimente.
Por suerte van a volver al local anterior, porque el nuevo no tiene encanto ninguno (aunque la sepia sigue siendo excelente).
Buenos zapatos, muy cómodos y bonitos. Bien de precio, si aprovechas las rebajas aun mejor.
La imagen habla por si sola. El problema es que faltan camareros, por eso el servicio es lento y los platos ser acumulan en la barra. Deberían contratar mínimo a otra persona.
Buenas pizzas y servicio rápido. Como pega diré que la pizza de salmón cada vez lleva más atún y aceitunas y menos salmón.
No vas a encontrar juguetes muy baratos ni comerciales, pero es un sitio estupendo para encontrar algo original.
El arroz con bogavante muy decente, aunque el sabor se pierde un poco por la intensidad del fumet. También se les olvidó quitar el pico a los chipirones.
